INTERCULTURALIDAD, DEMOCRACIA Y FORMACIÓN VALORAL EN MÉXICO
Este ensayo analiza los cambios necesarios en el
sistema educativo y en el currículum a raíz de que México se definió a sí
mismo, a nivel constitucional, como país pluricultural en 1992. La propuesta
central estriba en la introducción de un enfoque intercultural en la educación,
tanto de los indígenas como de la población en general. Después de revisar la
situación de inequidad que guarda la educación destinada a los pueblos
indígenas, sugiere que habrá que proponerse, desde la educación, combatir tanto
la asimetría escolar como la asimetría valorativa. Con los indígenas debe
perseguirse el logro de objetivos educativos nacionales con pertinencia, pero
también el bilingüismo pleno, así como el conocimiento y la valoración de su
cultura y su identidad. Respecto a la Schmelkes: Interculturalidad, democracia
y formación valoral en México población en general, incluyendo la indígena, en
este ensayo se identifican tres etapas: el conocimiento de la diversidad, el
respeto a la diversidad y el aprecio por la diversidad.
México se reconoce como nación pluricultural en su Constitución
Política tan tarde como 1992, a
propósito de la conmemoración de los 500 años del encuentro entre dos mundos: “La Nación tiene una composición
pluricultural sustentada originalmente en
sus pueblos indígenas” (Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, 1957, Art. 2).
México siempre ha sido un territorio pluricultural,
desde tiempos prehispánicos. Es
el país más indígena de América Latina (más de 10
millones de personas) (Comisión Nacional
para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas, 2008), pero también el más diverso, con 68 agrupaciones
etnolingüísticas claramente diferenciadas
(Catálogo de lenguas indígenas nacionales, 2008). Sin embargo, nunca se había aceptado esta
pluriculturalidad. El reconocimiento de que somos un país pluricultural representa un cambio
histórico fundamental en el autoconcepto
del país, que se caracterizó por un intento permanente de homogeneización cultural durante estos 500
años. Desde 1992, México está orgulloso
de ser un país culturalmente diverso. Esto tiene implicaciones profundas en la vida del país en general, pero de
manera muy especial para la educación que,
desde ese momento tendría que haber asumido el propósito de fortalecer las lenguas y las culturas que le dan al país su
carácter pluricultural.
Reconocernos como país pluricultural representa un
gran paso; sin embargo, la pluriculturalidad
es un concepto descriptivo que hace referencia a la coexistencia y a la convivencia de culturas distintas en un
determinado espacio territorial. Un país
puede ser pluricultural, incluso reconocido como tal en un documento tan importante como su Constitución, y seguir
discriminando, tener prejuicios raciales,
dominar a otras culturas. Esto es de hecho lo que ocurre en México:
nos reconocemos como país pluricultural,
pero las relaciones entre los miembros de la
cultura mayoritaria dominante mestiza y los de las culturas minoritarias
todavía están basadas en prejuicios y
son fundamentalmente racistas.
La interculturalidad es un concepto que se refiere a
la interacción entre grupos y personas
que pertenecen a culturas distintas. El interculturalismo califica estas relaciones. Supone que las relaciones interculturales deben basarse en el respeto, darse desde posiciones desigualdad,
y resultar mutuamente enriquecedoras.
Esto implica que uno acepta que el otro, diferente, tiene derecho a su diferencia. También implica aceptar que
todas las culturas, así como todas las
personas son, al menos a priori, igualmente
dignas y valiosas. El interculturalismo
no admite asimetrías de ningún tipo –económicas, políticas, sociales o culturales (Schmelkes, 2004)
Los estudios del Instituto Nacional para la
Evaluación de la Educación (INEE, 2006, 2007)
muestran que los alumnos de las escuelas indígenas, tanto de tercer grado como de sexto grado, se encuentran siempre por
debajo, de manera notable y significativa,
de todos los demás tipos de escuelas: cursos comunitarios, escuelas rurales públicas, escuelas urbanas públicas y
escuelas privadas.
La asimetría valorativa se refiere al hecho de que existen
sectores de la sociedad en el caso de México, la mayoría de la población– que
considera que su cultura es superior a
la de los demás.
Educar para la interculturalidad
¿Por qué educar para la interculturalidad? La
educación puede combatir las dos
asimetrías educativas que hemos descrito arriba. También es capaz de
formar futuros ciudadanos comprometidos
con el combate de otras asimetrías.
La educación puede formar para la
democracia y la ciudadanía, y puede formar en
valores. Por eso, es capaz de formar para la interculturalidad.
Educar para la interculturalidad implicará retos
distintos para diferentes poblaciones,
durante un largo periodo, debido fundamentalmente a que la larga historia de discriminación y dominación
cultural en México supone trabajar con la
población indígena, de manera muy importante y casi central al
principio, en torno a la valoración de
lo propio que, debido al racismo introyectado, ha sido menospreciado por ellos mismos en muchos
casos.
Así, en el caso de poblaciones indígenas, la
educación debe luchar contra los
propósitos de homogeneización que han prevalecido en elpasado. Cierto
que hay propósitos educativos que deben
ser iguales para todos los estudiantes del país.
Estos propósitos, sin embargo, tienen más que ver
con habilidades básicas y superiores de
pensamiento, así como con valores morales (sociales) orientados a la convivencia, que con la transmisión de conocimientos.
Esta última es mucho más vulnerable al
sesgo –o a los intentos de imposición– cultural. Pero más allá de eso, la educación destinada a las
poblaciones indígenas debe perseguir un
bilingüismo equilibrado como producto de la etapa básica.
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