Atención a la
diversidad.
La Constitución Política de los Estados Unidos
Mexicanos establece en el artículo primero que: Todas las personas gozarán de
los derechos humanos reconocidos en esta Constitución y en los tratados
internacionales de los que el Estado Mexicano sea parte, así como de las
garantías para su protección, cuyo ejercicio no podrá restringirse ni
suspenderse, salvo en los casos y bajo las condiciones que esta Constitución
establece. En el quinto párrafo de este artículo se prohíbe toda discriminación
motivada por origen étnico, el género, la edad, las discapacidades, la
condición social, las condiciones de salud, la religión, las opiniones, las
preferencias sexuales, el estado civil o cualquier otra que atente contra la
dignidad humana y tenga por objeto anular o menoscabar los derechos y
libertades de las personas.
El
reconocimiento al derecho que tienen todos los mexicanos a participar con
equidad en las distintas áreas de la vida social, en las que se incluye la
educación media superior y superior, encuentra soporte en el Artículo 4 de la
Ley Federal para Prevenir y Eliminar la Discriminación, a la que define como toda
distinción, exclusión o restricción que, basada en el origen étnico, sexo,
edad, discapacidad, condición social o económica, condiciones de salud, embarazo,
lengua, religión, opiniones, preferencias sexuales, estado civil o cualquier
otra, tenga por efecto impedir o anular el reconocimiento o el ejercicio de los
derechos y la igualdad real de oportunidades de las personas.
Inclusión ante
la diversidad
Hablar sobre la convivencia escolar inevitablemente suele
llevar imbricado un componente operacional, puesto que la educación remite a
valores: expresamos una representación
sobre la convivencia que es deseable. La convivencia es, sucede, por la
interacción humana, pero nos inconformamos con eso que sucede. Asumimos una
postura frente a la segregación, la inequidad, la exclusión, frente a la
violencia que ello representa y a la violencia que a su vez da lugar.
Referirnos a la convivencia refleja una tensión entre el estar siendo y el
querer ser (Fierro y Tapia,
2012).
Hablar
sobre la convivencia escolar inevitablemente suele llevar imbricado un
componente aspiracional, puesto que la educación remite a valores: expresamos
una representación sobre la convivencia que es deseable. La convivencia es,
sucede, por la interacción humana, pero nos inconformamos con eso que sucede.
Asumimos una postura frente a la segregación, la inequidad, la exclusión,
frente a la violencia que ello representa y a la violencia que a su vez da
lugar. Referirnos a la convivencia refleja una tensión entre el estar siendo y
el querer ser
Aprendizaje de la convivencia en contextos educativos:
identificando problemas y formulando propuestas de mejora desde la acción
tutorial”, de María Verdeja. Este trabajo ofrece un repaso de la discusión
teórica sobre la convivencia en el que se evidencia la diversidad de enfoques
con los que se ha abordado este tema. Esta diversidad deriva, en buena medida,
de los propósitos que se persiguen. Destaca con mucho la preocupación por
contener la violencia creciente en las escuelas; mejorar la convivencia
constituye una estrategia de prevención, así como también una vía para la
inclusión, sea de personas con discapacidad, minorías étnicas, migrantes o
habitantes de zonas marginadas. Un objetivo diferente persiguen quienes
proponen la convivencia como medio para elevar los niveles de aprovechamiento y
aprendizaje escolar. Asocian la convivencia con el clima escolar y del aula, se
proponen crear las condiciones propicias para el mejor desempeño del
estudiantado. Una concepción distinta sobre convivencia postula la necesidad de
revisar de fondo el sentido de la escuela y el papel de los docentes ante los
retos sociales actuales.
Una concepción distinta
sobre convivencia postula la necesidad de revisar de fondo el sentido de la
escuela y el papel de los docentes ante los retos sociales actuales.
La escuela debe ser consciente de su situación actual, no
ser indiferente a los cambios constantes que sufre la sociedad y repensar sus
formas de enseñar, para que todos los estudiantes puedan acceder a los
conocimientos y aprendizajes establecidos en su cultura de referencia.
Históricamente, la escuela ha tenido dificultades para trabajar con la diversidad,
fuente de intercambios, de innovación y creatividad, la diversidad cultural es
tan necesaria para la humanidad, como la biodiversidad para la naturaleza. En
este sentido, es el patrimonio común de la humanidad y debe ser reconocida y
consolidada en beneficio de las generaciones presentes y futuras (UNESCO, 2009,
p.1).
Cada escuela debería crear y fortalecer en cada alumno y en
su comunidad un sentido de identidad a través del cual se amplíe la apreciación
de sus conocimientos y su forma de ser, que el respeto y el valor por las
diferencias de los demás y la capacidad de trabajo para la acción colectiva les
ayude a aprender a luchar contra las estructuras rígidas y autoritarias. Como
bien dice Booth y Ainscow (2002) la inclusión trata de la participación de
todos los niños y adultos. Trata de apoyar a las escuelas para que sean más
responsables ante la diversidad de orígenes, intereses, experiencias,
conocimiento y niveles de los niños.
Una
visión inclusiva de la comunidad se extiende más allá de la obligación de la
familia y amistades a un sentimiento de solidaridad más amplio. Está vinculada
a un sentido de responsabilidad hacia los demás y con las ideas de servicio
público, la ciudadanía, la ciudadanía global y un reconocimiento de la
interdependencia global.
Las
escuelas deberían crear y nutrir una cultura escolar en la que los estudiantes
puedan tener un sentimiento de pertenencia a través de la valoración de sus
antecedentes culturales y el aprendizaje de estrategias para afrontar las
condiciones adversas en las que viven.
Para
construir una escuela inclusiva, debemos en primer lugar, pensar en un proyecto
de nueva escuela. Según López Melero (2008), debe partir de la premisa que
todos los estudiantes que acceden a ella son capaces de aprender. Para el
autor, este es el principio de educación inclusiva, es decir, que tenga en
cuenta la diversidad humana como un valor.
La educación inclusiva es una oportunidad de aprendizaje
para todos, tanto los sistemas, los equipos
docentes de los centros educativos, como todos los que convivimos con las
diferencias, pudiendo aprender nuevas formas de resolver los conflictos. La
Escuela inclusiva es aquella que fomenta una convivencia positiva entre todos
sus miembros, es la base de la igualdad de oportunidades y la plena
participación del alumnado, contribuyendo a una educación más personalizada,
fomentando la colaboración entre todos los miembros de la comunidad escolar
(cooperación y participación), y constituye un paso esencial para avanzar hacia
sociedades más inclusivas y democráticas.
Estas
escuelas se constituyen como verdaderas organizaciones que aprenden, a través
de diferentes dinámicas de innovación y mejora, entre las que se encuentran el
uso de metodologías de enseñanza y aprendizaje como el aprendizaje a través de
grupos cooperativos (Martín y Muñoz, 2011).
La
educación desde la infancia debe tener una perspectiva inclusiva. Consideramos
que todos los niños deben tener acceso a la educación en la primera infancia,
lo que todavía no se ha conseguido del todo, pero tenemos que garantizar la
legitimidad de este proceso promoviendo el aprendizaje y el desarrollo de todos
ellos.
Para llevar a cabo este principio creemos que
es muy importante que los equipos docentes acrediten que las personas con discapacidad
pueden aprender, pues si perpetuamos la creencia en la incapacidad, seguramente
no tendremos buenos resultados.
Por
lo tanto, la inclusión para promover el aprendizaje de todos debe superar las
prácticas que valoran la homogeneidad, la competición, en favor de prácticas
que favorezcan la solidaridad, el trabajo cooperativo, el respecto por las
diferencias, como también, la creencia de que los niños aprenden de maneras
diferentes, por caminos diferentes, incluso que pueden aprender cosas diferentes.
Es
importante advertir que las diferencias no deben dar lugar a la indiferencia, o
transformarlas en la inclusión exclusiva. Bajo este punto de vista, debemos
tener en cuenta un plan de estudios que fomente la alegría, la diversión, la
complejidad del juego, la emoción, el cuerpo, la cognición, la cultura, la vida
social, la imaginación, la fantasía, la expresión y la construcción de la
identidad cultural.
Por
consiguiente, es importante el trabajo de varios lenguajes en la escuela, ya
que permiten comprender el mundo, expresar ideas, sentimientos, sensaciones,
compartir sus producciones con los demás, crear, producir y transformar el
mundo, y a sí mismo.
Normalmente,
las razones que impiden que el profesor promueva la inclusión con calidad y
responsabilidad son múltiples y tienen que ver con cambios en la cultura y la
actitud, difíciles de superar, pero que deben llevarse a cabo con urgencia.
Queda por tener el coraje de dejar de usar la escuela como un instrumento de
elitismo y exclusión del conocimiento.
Diversidad y desarrollo educativo.
Las
transformaciones educativas siempre tienen un referente sociohistórico que
puede impulsarlas o bloquearlas. La situación de la formación de alumnos y
profesores en el marco de la multiculturalidad contemporánea no es la
excepción. Para educadores, funcionarios y dirigentes de movimientos sociales,
el debate sobre la educación sensitiva a la diversidad cultural de las
poblaciones discriminadas gira en torno al derecho y al reconocimiento dentro
del todo nacional, reivindicaciones que no han sido satisfechas y, por ende, se
encuentran bloqueadas.
Las
alteridades sociales y sus organizaciones (etnias, inmigrantes, géneros,
idiomas, religiones) contienden y negocian con los gobiernos centrales medidas
tales como el estatus de sujetos de derecho, la ciudadanía y la pertinencia de
las políticas públicas. Por tanto, la apertura y el pluralismo de las políticas
públicas culturales y educativas, a corto plazo, dependerán más bien de
negociaciones políticas que de razones educativas (calidad, equidad, pertinencia).
Hablar de la diversidad del alumnado en términos de aprendizaje, es referirnos
a que quien aprende no es un grupo sino cada sujeto y cada uno de ellos a su
manera. Una docencia basada en el aprendizaje de nuestros estudiantes nos
obliga a estar pendientes de cada uno de ellos, a supervisar el proceso que va
siguiendo, a facilitar su progreso a través de los dispositivos didácticos cuyo
dominio se nos supone como profesionales de la enseñanza, en definitiva, una
enseñanza más individualizada.
La
respuesta educativa a la diversidad del aprendiz implica por parte de los
docentes conocer a sus estudiantes antes de
iniciar el proceso de enseñanza, lo que constituye una premisa básica para
poner en práctica la posibilidad de comprensión. Ésta implica la aceptación de
la heterogeneidad en el aula y en consecuencia una intervención educativa que
respete las diferencias y compense las desigualdades. La atención a la
diversidad en la educación superior debe ser una continua concreción de tomas
de decisiones que se van plasmando desde el proyecto docente hasta el
desarrollo de las unidades didácticas, implicando la oportuna diversificación
de procedimientos y estrategias de enseñanza-aprendizaje.
Alegre
(2010) realiza una nueva aportación al describir diez capacidades docentes fundamentales
para la atención a la diversidad del alumnado: capacidad reflexiva, medial, la
de gestionar situaciones diversas de aprendizaje en el aula, la de ser tutor y mentor,
la de promover el aprendizaje cooperativo y entre iguales, la capacidad de comunicarse
e interactuar, la capacidad de proporcionar un enfoque globalizador y metacognitivo,
la de enriquecer actividades de enseñanza-aprendizaje, la de motivar e implicar
con metodología activas al alumnado y la de planificar.
Estamos
hablando de docentes cuya competencia de acción profesional para atender la
diversidad, se caracterice por sus capacidades, para:
·
Identificar las necesidades que se generan y
los conflictos a los que se enfrentan, derivadas de las interacciones de enseñanza
y aprendizaje, cuando deben atender estudiantes con necesidades educativas
especiales.
·
Identificar y desarrollar estrategias
innovadoras para favorecer la inclusión de los alumnos con necesidades
especiales.
·
Llevar a cabo valoraciones de los potenciales
de los alumnos y de sus contextos.
·
Incorporar modificaciones al currículo que lo
aparten lo menos posible de la programación regular, o de los planteamientos
comunes.
·
Conformar equipos de apoyo y redes de apoyo
institucional.
Enseñar
teniendo en cuenta la diversidad del alumnado requiere, además de cambios
metodológicos (Martínez Serrano, 2007), definir un modelo de profesor capaz de
programar, tomar decisiones de cambio y mejorar su práctica educativa teniendo
en cuenta el nivel educativo donde se imparte docencia, las características de
los alumnos, el contexto del aula y el contenido a comprender de acuerdo con
los objetivos planteados, así como poseer hábitos y destrezas para el
aprendizaje autónomo y cooperativo, y promoverlo.
Todo
ello se podría resumir en cuatro competencias: compromiso y actitud positiva
hacia la diversidad, planificación educativa teniendo en cuenta las
diferencias, mediación educativa para lograr los objetivos y evaluación
formativa para mejorar el aprendizaje de sus estudiantes (Arteaga y García García,
2008).
a. Compromiso y actitud positiva hacia la
diversidad
Cada
profesor de manera individual debe mantener una actitud positiva ante la
diversidad de sus aulas y estar dispuesto a asumir la responsabilidad de buscar
soluciones adecuadas a los estudiantes. Este reto supone un trabajo
cooperativo, activo e innovador en una organización flexible y abierta.
El
profesor deja de ser la principal fuente del conocimiento para realizar tareas
de planificación, diseño, mediación y evaluación, siendo el intermediario entre
la situación instructiva y la de aprendizaje de los estudiantes, guiándoles en
la consecución de los objetivos y asegurando un aprendizaje significativo. Así,
el compromiso y la implicación del profesorado supone asumir las tareas de
planificación, mediación y evaluación formativa.
b. Planificación educativa teniendo en
cuenta las diferencias
El
profesor debe predecir y detectar con anticipación las tareas en las que hay
estudiantes que pueden afrontarlas con éxito y otros que por diversos motivos
no pueden. Lo que podría denominarse aptitud para aprender supone evaluar el
conocimiento previo de la materia junto con el interés, la persistencia y el
compromiso individual hacia el aprendizaje. El alumno de bajo rendimiento,
aquel cuyos parámetros de inteligencia y personalidad se consideran normales,
suele manifestar una baja motivación para aprender, sobre todo si sus
experiencias previas no han sido demasiado positivas. Por esta razón, este tipo
de alumnos necesitan una mayor atención, orientación y seguimiento para que
aumente su probabilidad de éxito en el aprendizaje.
c. Mediación educativa para lograr los
objetivos
El
objetivo de todo profesor debe ser que todos los estudiantes, cualquiera que
sea su procedencia o nivel de partida, logren los objetivos formulados.
Entonces
la tarea del profesorado será decidir si los estudiantes necesitan más o menos
ayuda, más o menos orientación, más o menos control, u otros materiales o
actividades, u otros contenidos. En definitiva, supone prevenir posibles
problemas comprendiendo y observando las diferencias que facilitan el logro de
los objetivos y dando una respuesta que se ajuste al perfil individual.
La
enseñanza basada en la atención a la diversidad supone una concepción de la
relación docente-discente centrada en el aprendizaje, cooperación y respeto
mutuo. El profesor tiene la función de coordinar y ajustar el proceso de
enseñanza-aprendizaje a cada situación instructiva. En este sistema la información
y explicaciones a todo el grupo disminuyen para aumentar, antes de la situación
instructiva, las tareas de planificación y, durante el proceso instructivo, las
tareas de orientación individual, supervisión y evaluación de las actividades
de aprendizaje.
d. Evaluación formativa para mejorar el
aprendizaje de sus estudiantes
Por
último, es importante que se analicen los resultados en términos de lo logrado
por diferentes estrategias educativas, evaluando no sólo al estudiante sino principalmente
las decisiones tomadas sobre la intervención que ha tenido lugar.
Por un
lado, es importante evaluar los resultados de los estudiantes en cada unidad
planificada, de forma que los problemas de aprendizaje sean solventados en el
momento y se tomen decisiones de ajuste adecuadas a cada estudiante, como son:
dar más tiempo, ofrecer nuevas actividades o cambiar la metodología utilizada.
Por
otro lado, no olvidar que el éxito de aprendizaje de los estudiantes depende,
sobre todo, de la adecuación del entorno de enseñanza más que de las diferencias
de capacidad del estudiante. Por esta razón la universidad debe diseñar
entornos de aprendizaje que aumenten el éxito de la gran mayoría de los
estudiantes, a pesar de las diferencias de aptitud iniciales; asimismo, deben
analizarse los posibles problemas que hayan impedido o las decisiones que hayan
facilitado la solución de los problemas de aprendizaje con la finalidad de que
el ajuste sea cada vez más preciso y eficaz.
Enseñar
teniendo en cuenta a la diversidad del alumnado, requiere además de cambios
metodológicos, definir un modelo de profesor, con al menos, cuatro competencias
básicas: compromiso y actitud positiva hacia la diversidad, planificación
educativa teniendo en cuenta las diferencias, mediación educativa para lograr
los objetivos y evaluación formativa para mejorar el aprendizaje de sus
estudiantes (Arteaga y García García, 2008).
La equidad es un principio vinculado con
la organización de la sociedad, que da legitimidad a los criterios para
hacerlo. En un principio, la equidad sirvió para establecer una distribución de
privilegios basada en la estratificación social, para ir derivando hacia una
concepción fundamentada en la igualdad de derechos que promoviera la movilidad
social mediante un marco jurídico. En la actualidad, la equidad es una demanda
social derivada de la aspiración ciudadana que, amparada en valores
democráticos y de progreso humano, intenta conjugar metas individuales y
colectivas basadas en la justicia y la igualdad, asumiendo un mayor
protagonismo en reivindicar a una sociedad más justa y equitativa.
Bibliografía
·
La
diversidad en las reformas educativas interculturales Vol. 4, Núm. 2 (2002)
Héctor Muñoz Cruz
·
Competencias
docentes y educación inclusiva Vol.
15, Núm. 2 (mayo 2013)
José María Fernández Batanero
·
Tendencias
internacionales sobre equidad educativa desde la perspectiva del cambio
educativo Vol. 16, Núm. 1 (enero 2014)
·
Revista Latinoamericana de Educación Inclusiva
septiembre 2012 - febrero 2013/ Volumen 6 / Número 2 Escuela de Educación
Diferencial Facultad de Ciencias de la Educación Versión electrónica: http://www.rinace.net/rlei/
Preguntas
¿Existe las mismas oportunidades en las escuelas primarias? ¿Por qué?
¿Cuáles son las características de un docente para atender a la diversidad?
¿Cómo deben ser las competencias docentes para atender a la diversidad?